CAPÍTULO 2 - Pasadizos secretos y ranas parlantes

Había recorrido todo el castillo, de arriba abajo y de izquierda a derecha. Pero no había salida. Ni una. Cero.

Cualquiera pensaría que en un palacio como este, con más de cien habitaciones, habría ventanas, puertas, pasadizos secretos... Lo que sea para salir. Pero no. No había nada de eso. Absolutamente nada.

Las ventanas, demasiado estrechas. Las puertas, cerradas. Los pasadizos secretos, no sabía si habría alguno, por lo que me limité a tocar piedras de alrededor de las chimeneas y a sacar unos cuantos libros de su sitio, con la esperanza de que algo hiciese "click" y una puerta se abriese. No paso nada.

Encima el exterior del palacio estaba cubierto de una red de espinos (otra razón más para no salir por las ventanas). No veía la necesidad destrozar mi vestido más de lo que ya estaba y acabar cubierta de arañazos, heridas y espinas.

Pero alguna salida tenía que haber. En todos los palacios hay pasadizos secretos ¿no?. Que no hubiese encontrado ninguna puerta secreta no significaba que no habría. Solo tenía que seguir buscando.

Seguí andando por los pasillos y entré en otro cuarto. Era igual que los cinco anteriores. Había una pequeña cama, con pinta de incómoda, contra la pared; y un gran armario enfrente de una estrecha ventana (como no) que dejaba entrar un poco de luz a la habitación. No había más cosas dentro. Pero aún así no me daba la impresión de haber estado aquí antes... Miré a mi alrededor. Este cuarto me daba buenas vibraciones.

Empecé a buscar pasadizos secretos. Toqué todas las piedras de la pared, intentando empujarlas hacia dentro. Nada. No había estanterías con libros. Me agaché y miré debajo de la cama. Nada. Me asomé por la ventana. Abrí el armario. Dentro solo había una espada envuelta en una tela vieja. ¿Quién vivía en una habitación sin ropa en el armario, pero sí una espada? Bueno, pensé, si no encontraba nada, siempre podría salir cortando alguna puerta con esa espada. Lo cual veía imposible, ya que nadie intentaba abrir las puertas cerradas a cal y canto cortando la madera con una espada. Como mucho con un ariete*. Y se necesitaban varias personas para eso.
Descarté la idea inmediatamente.

Entré en el armario. Al golpear con los nudillos la tabla de madera del fondo, sonó a hueco. ¡Mis buena vibraciones funcionaban! Intenté mover la tabla hacia algún lado, cualquiera, pero esta se mantenía firmemente pegada al resto del armario. Por suerte tenía la espada. Tendría que agradecerle al dueño de esta habitación cuando despertase por tener una espada en el armario, que además era la puerta a un pasadizo secreto. Eso si despertaba.

Metí la punta de la espada por el lado izquierdo de la tabla, donde se unía con el resto del armario, e hice palanca. La tabla se despegó y cayó al suelo, casi encima mío. Y ahí estaba. Un pasadizo secreto. Me puse a saltar de alegría mientras me preguntaba a dónde llevaría. Esperaba que la salida estuviese fuera del palacio.

*******

¡Por fin fuera! Respire profundamente.

El pasadizo me había llevado a unos 300 metros del palacio, enfrente de un pequeño lago de aguas cristalinas. Me agaché para beber agua y, luego, me lavé la cara y las manos.

-¿Quién eres y qué haces en mi lago?

Pegué un respingo al oír a alguien hablando. Hablándome.  Me giré para ver quien era, pero ahí no había nadie. ¿Me estaría volviendo loca?

-Chica, responde; ¿quién eres y qué haces en mi lago?- volvió a preguntar la misteriosa voz, enfatizando la palabra mi.

Miré a mi alrededor, seguía sin haber nadie. Luego oí un suspiro de exasperación.

-Estoy a tu derecha.

Miré a mi derecha. Nadie.

-Más abajo.

Miré más abajo. Nada.

-En la planta.

Miré a la planta. Y entre las hojas, totalmente camuflada, vi una rana.

-¡Por fin me ves! ¿Quién eres y qué haces en mi lago?- repitió por tercera vez la rana.

Había una rana hablándome. ¡¡Una rana!! Las ranas hacen croak y saltan de un lado para otro y comen bichos. Pero ¡NO hablan!

Definitivamente, me había vuelto loca. Puede que el agua del lago tuviese algo y ese algo me hacía ver ranas parlantes.

-Eres una rana.- le dije a la rana. Lo sé, incluso a mi me sorprende a veces mi gran inteligencia.

La rana se me quedó mirando como si fuese estúpida, aunque puede que me lo imaginase, porque las ranas no saben mirar así ¿no?

-Eeh... -decidí responder a la rana.- Soy Alessia.

-¿Y por qué estas en mi lago?

-Bueno... eh... me desperté pero estaban todos dormidos -por el maleficio que le lanzó el hada a la princesa porque no fue invitada a su bautizo- y las puertas estaban cerradas y no cabía por las ventanas así que me metí en el armario porque tenía un pasadizo secreto y cogí la espada que había dentro- levante la espada que todavía tenía en mi mano para que la viese- quité la tabla para salir del castillo y llegué al lago y ahora tengo que encontrar un príncipe para que le de un beso a la princesa y se despierte y todos los demás también se despierten del maleficio el del hada y... - Me callé porque estaba divagando un poco.

La rana se quedó mirándome fijamente.

¡Zap! 

Pegué un salto hacia atrás. La rana acababa de coger una mosca con su larga lengua y se la comió rápidamente. Hice una mueca de asco. Luego la rana empezó a cantar. Estaba completamente segura de que me había vuelto loca.

La rana siguió cantando y yo seguí pensando en mi cordura, o la falta de ella. Veía ranas parlantes que cantaban. Me había vuelto total y completamente loca.

Al final de la canción la rana agitó las manos e hizo una pequeña reverencia. No sabía si empezar a aplaudir (aunque no había escuchado su canción) o echar a correr para alejarme del lago. No hice ninguna de las dos. Me quedé ahí, mirando a la rana, probablemente con la boca abierta.

-¿Vas a quedarte ahí las dos semanas que te quedan mirándome?- me preguntó.

-¿Eh?

-¿No has escuchado mi canción, verdad?

Moví mi cabeza de izquierda a derecha. La rana me lanzó una mirada de odio.

-No voy a cantar otra vez. -dijo mirándome mal.- Resumiendo, tienes dos semanas para encontrar a alguien que le de un beso de amor verdadero a la princesa dormida. Si no, todos (incluida tú) desapareceréis. ¡Puf! 

Tardé unos segundos en procesarlo. ¡¿Llevaba casi cien años dormida?! Suponía que había estado unos cuanto años tirada en el frío y duro suelo del palacio pero no sabía que llevase casi cien. Tampoco sabía que desapareceríamos todos si nadie le daba un beso a la princesa.

Tenía que ir al reino más cercano a por un príncipe y traerlo. Y en menos de dos semanas. El reino más cercano estaba... ¿al sur?

Miré a mi alrededor orientarme. Enfrente tenía las montañas. Bien, las montañas estaban al este del reino. ¿O era al oeste? La verdad es que tenía un sentido horrible de la orientación, no podía decir cual era el norte, aunque mi vida dependiera de ello. Y en este caso, así era. Bueno, prácticamente.

-El reino más cercano está por ahí.- me dijo la rana leyéndome la mente y señalando hacia el lado donde no estaban las montañas.

Le sonreí.

-Gracias.

Me dirigí dando grandes zancadas hacia la dirección señalada por la rana y, mientras me marchaba, le oí murmurar algo así como "Las chicas de hoy en día no aprecian las buenas canciones." Después empezó a cantar otra vez,era una canción horrible, pero por lo menos rimaba.

-Tienes solo dos semanas para salvar a la Bella Durmiente,
con un beso de amor verdadero despertará para siempre.
Croak, croak, croak
Croak, croak, croak
Tienes solo dos semanas para despertar a la Bella Durmiente,
un príncipe azul tienes que encontrar rápidamente.
Croak, croak...

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*Un ariete es un arma de asedio originada en épocas antiguas, usada para romper las puertas o las paredes fortificadas. En su forma más simple, un ariete es tan sólo un tronco grande y pesado, cargado por varias personas e impulsado con fuerza contra un obstáculo.

CAPÍTULO 1 - Érase una vez

Hola! bj000
Aquí teneis el primer capítulo ^^



Me desperté con un enorme dolor de cabeza. Estaba tumbada en el suelo, como si me hubiese desmayado y nadie se hubiese tomado la molestia de cogerme en sus brazos para evitar mi dolorosa caída. Intenté levantarme pero tenía todo el cuerpo entumecido. Y mi dolor de cabeza empeoraba por momentos. Cerré los ojos para disminuirlo e intentar recordar cómo había acabado tirada en el frío suelo de palacio.

Me acordaba de que hoy era el 15 cumpleaños de la princesa y había una gran fiesta a la que vino gente de todo el reino. Era un día de celebración, de fiesta, de alegría. Yo había venido con Edward, mi futuro marido. Edward era miembro de la nobleza, al igual que yo, por lo tanto mis padres decidieron concertar un matrimonio con él. Era un joven guapo e inteligente pero mortalmente aburrido. Lo último que recordaba era que estaba manteniendo una conversación con él sobre el último caballo que su padre le había comprado. Le encantaban los caballos, podía pasarse horas hablando sobre ellos, y de hecho, lo hacía. Con cualquiera que estuviese dispuesto a escucharle.

Luego... Nada.

Al abrir los ojos, me di cuenta de que todos los de palacio parecían estar muertos, tirados en el suelo al igual que yo minutos antes. Pero sus pechos subían y bajaban. Me levanté con gran dificultad y me acerqué a despertarlos. Ninguno de ellos se despertó, ni cuando los zarandeé, ni cuando les grité en el oído; todos seguían sumidos en un extraño sueño. Empecé a preocuparme. ¿Por qué estaba las personas dormidas? ¿Y por qué estaba yo despierta?

Al mirar más detenidamente me fije que todo estaba cubierto de polvo, incluso mi nuevo vestido verde que resaltaba mis ojos tenía ahora un color sucio. Me llevé la mano al pelo para comprobar su estado; pero lo que a la mañana había sido un elegante moño alto con rizos sueltos enmarcando mi rostro, era ahora un nido lleno de nudos. Estaba echa un desastre.

Recorrí el palacio para ver si había alguien más despierto. Por los largos y oscuros pasillos solo se oía el ruido de mis zapatos. Todo lo demás estaba en silencio.

¿Qué había pasado?

Iba perdida en mis pensamientos, andando por el palacio cuando me tropecé con algo. Era una rueca vieja de madera. Pensaba que el rey y la reina habían quemado todas las ruecas y los husos después de la maldición. La maldición! Pero... no podía ser. La maldición no se podía haber cumplido. Aunque... ¿qué otra explicación había?

La princesa nació cuando yo tenía cuatro años y lo que ocurrió en el bautizo fue el tema de conversación principal en todo el reino, incluso en los reinos vecinos, durante un largo tiempo.

15 años antes, todas las hadas menos una fueron invitadas al bautizo de la princesa y cada una le dio un don. Pero esta última, enfadada, lanzó una maldición a la princesa: cuando la princesa cumpliera quince años, se pincharía con un huso de hilar, y moriría. Otro hada cambio la maldición, diciendo que en vez de morir, solo dormirían ella, y todos los habitantes del palacio, por un espacio de cien años. Y por eso no había ruecas ni husos en el reino. Para evitar que la maldición se cumpliese. Aunque, al parecer, no había servido de nada. Porque ahí, delante mío, había una rueca.

Yo suponía que la princesa sería lista, además fue uno de los dones dados por las hadas, y que conocería lo ocurrido en el bautizo, y que no se acercaría ni a cien metros de una rueca.

 Pero todos los de palacio estaban dormidos. Ahora tenía mis dudas sobre la inteligencia de la princesa.

¿Cuantos años habrían pasado desde que todo el palacio cayera en ese sueño?

¿Cómo voy a conseguir que todos despierten? Al parecer, soy la única que ha despertado de la maldición. Tengo que hacer algo para romperla.

La princesa se despertaría con un beso de amor verdadero...

Bien, tengo que salir de aquí y encontrar un príncipe. No puede ser muy difícil.

Prólogo

Casi 115 años antes de que comience nuestra historia...

Érase una vez un reino muy muy lejano, gobernado por un rey y una reina a los que todos querían. Los reyes no lograban tener ningún hijo, por mucho que lo intentasen.

Un día cuando la reina se estaba bañando en un estanque no muy lejano al palacio, una rana le anunció que estaba embarazada y, pasados nueve meses, dio a luz a una niña muy hermosa.

Todo el reino celebraba su nacimiento; pero a su bautizo el rey y la reina decidieron no invitar a una de las trece hadas de la corte, ya que estas solo podían comer en platos de oro y ellos solamente tenían doce.

En el bautizo de la pequeña princesa, cada una de las doce hadas invitadas le concedió un don (belleza, bondad, inteligencia...)
El hada a la que no había invitado apareció, furiosa, y le lanzó una maldición: cuando la princesa cumpliera quince años se pincharía con un huso de hilar, y moriría. Cuando ésta se había ido, un hada que todavía no había concedido su don, cambio la maldición, diciendo que en vez de morir, solo dormiría, al igual que los habitantes del palacio, durante cien años.

El rey, con intención de que no se cumpliera la maldición, ordenó quemar todos los husos y todas las ruecas. Eso fue en vano, ya que, al cumplir los quince años, la princesa encontró una vieja torre que no había visto antes y, al subir llegó a una habitación donde había una anciana hilando en una rueca; y cuando la joven princesa sostuvo el huso, el hechizo se realizó.

Todos los habitantes en el palacio quedaron dormidos; y casi al instante, el palacio se vio cubierto por una red de espinos, para que así no se pudiera perturbar a los durmientes.





Hola!
Esta es una historia que estoy escribiendo. Iré poniendo los capítulos en el blog.

Espero que os guste :3

::cactus2::

Sinopsis

Hace algo menos de 115 años un hada lanzó un maleficio a la recién nacida hija de los reyes: cuando cumpliese quince años, se pincharía con un huso de hilar, y moriría.
Otro hada cambio la maldición diciendo que, en vez de morir, solo dormiría al igual que los habitantes del palacio, por cien años. Solo un beso de amor verdadero lograría despertar a la princesa y a todos los demás. Si no, al pasar los cien años, todos desaparecerían.

Pero Alessia se ha despertado antes. No sabe cómo ni por qué, pero sí que necesita a un príncipe y que lo necesita rápido; para que todo el palacio, incluida ella, no desaparezca.
Y solo tiene dos semanas.

Pero eso no es lo peor; el príncipe que se supone que romperá el maleficio es un insufrible y arrogante que no cree en el amor; y el hada que lanzó el maleficio hará todo lo que esté en sus manos para que la joven princesa no despierte NUNCA.